Ondulante recorre el paramo, con tribulacion de desamparo infinito hace tiritar cada armazon de la estructura osea. A mano armada hace posesion del centro de operaciones, invadiendo cada lugar, infectando con virulosa impaciencia adolescente, volviendolo fragil sin alterar realmente la forma.
Es imposible creerlo, pero la fortaleza ha caido; no es lo mismo que las alarmas anteriores, aunque el control operativo y ejecutivo sigue adelante, y el plan no ha cambiado, hay un olor diferente en los pasillos, todo ha cambiado, ya nada volvera a ser igual.
Voces gritan ¡Hemos sido invadidos!, nadie toma atencion, nadie se levanta de su puesto de control, el aroma cambia se endulza más y más en cada momento. ¿Qué esta sucediendo?. Es asi como siempre ataca, silencioso, casi viperino, infecta pero no destruye... llena a todos de esa sensacion placentera a la cual no se le puede decir que no, anestesia los sentidos, sin volverlos inutiles.
En cada minuto se hace menos evidente, el choque ha terminado. Nada en el interior recuerda el primer asalto solo se hace evidente en esos inaudibles latidos que parecieses decir algo ininteligible, en las imagenes borrosas como si fueran un rostro en cada pantalla. Mas el aire sigue teniendo ese olor, el cual es adictivo minuto a minuto, es tan suave e insistente que en momentos pareciese que acaricia la piel.