Y pulula en el debil viento, volviendose jubilosa, contagiando a los pequeños seres hacia su nuevo amanecer. Infecciosa, poco a poco en los humanos hace efecto, tornandose letal, deprimente, y al mismo tiempo excitante.
Salta, revolotea tomando todo a su paso revolucionando con su vida rebelde y efimera; revoltosa como niños nos conquista con rondas y ternura casi maternal; con tibiesa de seno nuevo, el cual es pudoro al recibir nuestra renovada humanidad.
Sigue saltando sin paz, sin cansancio a paso lento y pausado asustando a todo resquicio frilento que quedaba en los rincones oscuros del gris descanso. Arrollante y ensordecedora con su trankilo pasar y su casi inaudible poder... ¿por qué nadie la ve?
jueves, 24 de septiembre de 2009
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